miércoles, 28 de mayo de 2008

Camino al encuentro

Se levantaba a la mañana,
Salía de su casa
Y empezaba a caminar.
Caminaba a paso lento
Pero no perdía el tiempo,
No se detenía ni a mirar atrás.
¿A dónde se dirige?
¿Dónde es que va cada mañana?
¿Va hacia algún lugar?
Nadie sabía a dónde iba en realidad,
Todo el barrio la veía pasar,
Pero nadie se atrevía a preguntar.
Caminaba y caminaba,
Nada ni nadie la habría de distraer,
Ella seguía siempre el mismo camino.
No llevaba nada consigo,
Sus manos permanecían resguardadas
En los bolsillos del mismo jean.
8.15 cerraba la puerta,
El portero la saludaba
Y emprendía su viaje matutino.
Ya casi como por inercia
La muchacha doblaba hacia la izquierda
Y de ahí derecho y sin pensar.
Caminaba y caminaba,
Nada ni nadie la habría de distraer,
Ella seguía siempre el mismo camino.
Cada cuadra que recorría
Ya reconocía sus pasos,
Sus huellas ya estaban en ellas.
Su miraba encantaba el piso,
Pues no miraba nunca al frente,
No iba a ser cosa que se distraiga.
¿Pero a dónde es que iba?
¿Qué es lo que hacía?
¿A quién vería?
Llegaba el momento,
Ella llegaba a su encuentro.
Lo veía,
Sonreía,
Y sin dejar de caminar,
Ni de mirar al suelo,
Una mano se escapaba de aquel bolsillo
Y dejaba caer un pedazo de papel.
Él se detenía,
Pero ella seguía
Y retornaba a su hogar.
Era así cada día…
Una nota dejaba caer,
Eran versos para él.
No esperaba respuesta,
No aguardaba una caricia
Ni un “te quiero”.
No hacía falta su nombre,
Ni tampoco oír su voz.
Bastaba con decir lo que sentía
Y expresárselo cada día.

lunes, 12 de mayo de 2008

Extraña sensación

Un vacío la invadía,
una extraña sensación de soledad
era ahora su compañía.
Solía aparecer de noche
sin previo aviso.
Se acostaba junto a ella
y la hacía sentir sola,
muy sola…
Su fiel acompañante
no la dejaba dormir.
Era insistente
y no paraba de decir
lo mucho que quería verla sufrir.
Era malvado,
enorme y poderoso en verdad…
Era la peor compañía
que alguien pudiera tener.
Que ¿cómo se llamaba su acompañante?
Angustia era su nombre de pila
y soledad su artístico.
Era perverso,
muy injusto,
no la dejaba dormir
y la hacía pensar por demás.
De día lograba alejarlo,
pero de noche él siempre volvía.
Ese horrible sentimiento
con la luna crecía
y la agobiaba hasta el cansancio,
hasta que ella gritaba: ¡BASTA!
y lograba descansar.
Cada día esto se repetía
y se preguntaba
¿cuándo habría de terminar?
“Pronto”, le respondía,
“todo depende de ti”.